El Sacrificio de Jesús

Todo en la vida requiere de algún tipo de sacrificio, y Jesús lo vivió en carne propia, siendo el Hijo de Dios no escatimó como algo para aferrarse; y tomó forma de siervo dejando su trono de gloria nos vino a sacar del dolor y a separar de la escoria, ofreciendo su vida en sacrificio vivo por cada uno de nosotros. Con ello nos reconcilió para con el Padre y abrió un nuevo camino para toda la raza humana, un camino de salvación y bendición. 

Lo que no cuesta no se aprecia, esto lo decí­a mi abuelita, madre de mi Papá, quien por años trabajo en un Hotel llamado Fermont Hotel en San Francisco, California en Estados Unidos de Norte América. Ella dio muchos años de su vida en departamento de lavanderí­a de dicha institución, siempre nos recordaba que entre más alto el precio mejor el producto; siempre nos recordaba que nada es gratis en la vida y que nada se aprecia si no nos ha costado sangre.


El sacrificio de Jesús ha sido el máximo precio jamás pagado por obtener libertad, fue Él quien con su cuerpo pagó por la libertad de miles, de todos aquellos que creemos en su nombre; todos aquellos que le confesamos como Señor y Salvador. La problemática surgió por la presencia del pecado en el hombre, fue allí­ donde nace la separación de Dios para con el hombre o la separación del hombre para con Dios; cosas que hoy por medio de Jesús son ya del pasado.

Jesús pagó el saldo que todo hombre adeudaba, Jesús quitó el dolor de todo corazón que en Él encuentra a través de la oración su sanación; Jesús fue el sacrificio perfecto por el cual hoy podemos decir Abba Padre. Ese sacrificio nos alejó del precipicio de la perdición, sanó todo corazón, a muchos nos devolvió la razón de vivir y existir; y ahora nos motiva a seguir en la lucha diaria de proclamar el evangelio de las buenas nuevas de Salvación.

Por ello, hoy podemos decir que a cualquier situación Jesús es la solución; no tardes en reconocerle, no demores en invocarle; pues entre más tardes más te pierdes de sus maravillas y tesoros espirituales. Hoy es dí­a de reconocer el sacrificio de Jesús y construir el edificio de tus sueños, esos sueños que hoy por hoy no tienen dueños, pues creemos que somos libres pensadores cuando en realidad somos simples pecadores.


El sacrifico de Jesús no fue en vano, lo hizo para alcanzar hasta al más enano; lo hizo pensando en ti mi hermano, no corras por la vida en vano, actúa con sabidurí­a y sensatez, será Él quien sacará tu vida de la escases. Dará a tu vida mayor madurez, te devolverá el mañana de tu vida mostrando por medio de Jesús la salida. Espero que hoy no me ignores y en tu tiempo libre a Jesús implores, reconócelo como Salvador e inví­tale a ser tu Señor. Entonces entenderás que el sacrificio no fue en vano, gracias Jesús por la vida de cada uno de mis hermanos.
Por Edgar Lopéz  

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