Escuchame atentamente


Estamos en medio de un mundo que grita. Hay una nueva contaminación: la de los sonidos. Nos han acostumbrado a ir a lugares donde el piso tiembla por los altos decibeles de la música. Pero aunque este tema es importante, no es el foco de estos párrafos. 

Hay un grito silencioso en nosotros que dice: escuchame!. Para ser honesto, personalmente no puedo hacer muchas cosas al mismo tiempo, no puedo escuchar a alguien mientras hay una TV con algún programa, no puedo conducir por la calle mientras alguien me cuenta sus visiones celestiales, tampoco puedo chatear y hablar con alguien. Hay algunos que dicen que si pueden, pero no les creo. 

Creo que nos hemos acostumbrado ha fingir que escuchamos, porque es común que cuando alguien nos está hablando, estamos armando la frase que vamos a decir, sin verdaderamente prestar atención.

Cuando mi hijita aprendió a armar oraciones con más de tres palabras (las niñas desarrollan rápidamente esta habilidad) pronto comenzó a pedir más atención. Antes de decir algo decía: escuchemne po favoo!... 

Hay veces que quisieramos decir: Escuchame por favor!, no solo fingas que me oyes. Este es un llamado a todos los que trabajamos con jóvenes y adolescentes. Estan interesados en que les escuchemos y que comprendamos.

Que bueno es que Dios nos escucha, pero que bueno es que mi hermano me escucha también. Hay algo inexplicable que se produce en una conversación sincera cuando la atmósfera es de amable atención. Quisiera desafiar a todos a que cerremos un momento la boca y abramos los oídos. Por algo tenemos dos para oir y solo una para hablar.

La próxima vez que converses con alguien, hazle preguntas y presta atención. Escucha, y verás que luego es más fácil entender. Comprensión y Atención van de la mano. Son como dos hermanitas gemelas que corren alegremente por la calle.

Publicar un comentario

Post a Comment (0)

Artículo Anterior Artículo Siguiente