Un líder de jóvenes me dijo alguna vez que tenemos un efecto
profundo en las personas en nuestra vida, incluso si nuestro contacto con ellas es minimo. Si no edificamos a alguien, la estamos destruyendo. Si no la estamos animando hacia lo bueno, la estamos desanimando hacia lo malo por nuestra falta de un amor activo hacia esa persona.
Una de mis profesoras de posgrado a quien más respeto, me dijo que cuando ella era una estudiante de posgrado, se sintió tan aislada que casi abandona su programa de escritura de posgrado -y lo habría hecho-, si no hubiera sido por las palabras amables de un profesor y una salida al azar a comer helado con compañero de estudio. Si ella se hubiera retirado y hubiera seguido un camino diferente, me pregunto dónde estaría yo hoy sin su apoyo durante estos últimos años.

Miremos a nuestro alrededor. ¿Estamos destrozando o edificando? ¿Nos hemos dado por vencidos? ¿O consideramos la vida de los demás lo suficiente valiosa para tomar el tiempo para incitarlos hacia "el amor y a las buenas obras"? Incluso un pequeño acto hace una gran diferencia. Amemos porque Él nos amo primero. Animemos a los demás al amor, tanto a hermanos como hermanas.
Publicar un comentario